Patricia Bullrich presentó su renuncia al Ministerio de Seguridad y la hizo pública en X, en un mensaje dirigido al presidente Javier Milei. La dimisión regirá desde el 1° de diciembre y, diez días después, la dirigente ocupará su banca como senadora nacional, donde además será la jefa del bloque de La Libertad Avanza.

En su carta, Bullrich agradeció la “confianza” del Presidente y prometió seguir defendiendo desde el Congreso “la ley, el orden y las reformas que el país necesita”. También destacó a su reemplazante, Alejandra Monteoliva —actual número dos del ministerio—, a quien describió como la figura ideal para “continuar la doctrina que logró el orden”.

Una dirigente con cuatro décadas de vida política y varios cambios de rumbo

La carrera de Bullrich es una de las más sinuosas de la política argentina. Militó de joven en la Juventud Peronista y formó parte de Montoneros. Tras el retorno democrático, continuó ligada al peronismo porteño. En los ‘90 acompañó a Carlos Menem y llegó a ser diputada nacional por el PJ.

Con el correr de los años inició un viraje ideológico: se distanció del peronismo, creó su propio espacio —Unión por Todos— y luego se integró a la Coalición Cívica de Elisa Carrió. Más tarde aterrizó en el PRO, donde se consolidó como una de las figuras más duras del espacio. Su acercamiento al mileísmo, en 2023, terminó de sellar su lugar dentro del ala más “halcón” de la política local.

Cargos clave y una gestión marcada por decisiones controversiales

Bullrich fue ministra de Trabajo durante la presidencia de Fernando de la Rúa, donde quedó asociada al recorte del 13% a empleados públicos y jubilados, una de las medidas más cuestionadas del gobierno de la Alianza. Tras la crisis de 2001, su imagen quedó golpeada y pasó varios años reconstruyendo su figura política.

En 2015 volvió al Ejecutivo como ministra de Seguridad de Mauricio Macri. Su gestión dejó momentos de alto impacto mediático y múltiples polémicas, entre ellas:

• El caso Santiago Maldonado, donde el Gobierno sostuvo hipótesis que luego se descartaron judicialmente.
• El asesinato de Rafael Nahuel en Villa Mascardi, en medio de un operativo de Prefectura.
• La defensa pública al accionar policial bajo la doctrina Chocobar.
• Declaraciones polémicas sobre narcotráfico, seguridad y uso de armas.

A pesar de esto, Bullrich se convirtió en una referente del discurso de mano dura y construyó una base de apoyo sólida en sectores que demandan mayor orden y firmeza estatal.

Su nueva etapa en el Senado y un primer cruce con Villarruel

La dirigente se prepara para asumir su banca el 10 de diciembre y liderar el bloque oficialista en el Senado. Su desembarco no estuvo exento de tensiones: el día de la jura protagonizó su primer cortocircuito con la vicepresidenta Victoria Villarruel, presidenta de la Cámara Alta.

En su mensaje de despedida, Bullrich prometió continuar su lucha política desde la Legislatura. “Voy a defender con la misma convicción los valores que compartimos: instituciones fuertes, ley, orden y libertad”, escribió.

Con su salida, el Gobierno deja en manos de Monteoliva la continuidad de una política de seguridad dura, mientras Bullrich inicia una nueva etapa parlamentaria, una más dentro de una carrera que cambió de color político varias veces pero que siempre se movió entre el conflicto, el protagonismo y la polémica.